Pompeya, Vesubio y Herculano

Nuestras siguientes visitas fueron Pompeya, Herculano y el Vesubio utilizando siempre el transporte público. Resulta interesante hacerse con la tarjeta “artecard campania” por 32€, que te permite durante tres días utilizar de forma ilimitada metro y tren, así como acceder gratuitamente a los dos primeros monumentos que se visiten (para nosotros fueron Pompeya y el Museo Arqueológico) y obtener un descuento del 50 por ciento en los siguientes. Desde la estación central de Nápoles, a la que se llega perfectamente en metro, sale una línea de tren que se llama la Circunvesubiana.

El primer día fuimos a Pompeya que fue lo más espectacular de todo el viaje. El trayecto dura aproximadamente una hora y el tren te deja justo al lado de la entrada del sitio arqueológico. La visita es larga porque la ciudad de Pompeya, sepultada por la lava del Vesubio en el 79 dC, está excavada en su integridad, así que hay que contar con unas seis horas de visita incluyendo la pausa para comer algo en la cafetería del sitio. Nada más llegar se ofrecen guías oficiales en las lenguas más usuales. Normalmente el recorrido que te proponen dura sólo dos horas. Nosotros cogimos una audioguía en lugar de una visita guiada pero no quedamos nada satisfechos: la audioguía se paraba, saltaba de pista y como no se podía ni adelantar ni retroceder había que volver a empezar cada vez. Además muchas veces no localizabas los lugares de los que estaba hablando y después de desesperarte te dabas cuenta de que estaban cerrados en ese momento, así que nos desconcertó bastante. Creo que es preferible coger una visita guiada de dos horas y después continuar a tu aire. En cualquier caso es imposible verlo todo, hay que seleccionar y preparar un poco la visita. Seguimos el consejo que habíamos leído de empezar por la Villa de los Misterios porque está justo en un extremo, un poco fuera de mano. Y es cierto que de haberla dejado para el final hubiera sido muy cansado llegar hasta allí. Y no cabe duda de que es una de las más interesantes aunque tenía muchas dependencias cerradas. Las pinturas de sus frescos son las más impactantes.




Sorprende el nivel de civilización que alcanzaron los romanos, las elegantes mansiones, con todo tipo de refinamientos, paredes enteramente decoradas con sucesivos estilos pictóricos, suelos con mosaicos de diminutas teselas, columnas de distintos órdenes, jardines para disfrutar de la naturaleza, diferentes dependencias para distintos usos, incluidas cocina y letrina en las casas de los patricios.





Para quienes no tenían cocina en su casa -la mayoría- había montones de tabernas que ofrecían comidas a los pompeyanos. Hay muchas con sus mostradores y sus recipientes para los alimentos. Llaman la atención las calles, las canalizaciones, las piedras para permitir el paso de los peatones sin ensuciar los pies, las numerosas fuentes públicas, las termas tanto para hombres como mujeres, con su ingenioso sistema de calefacción, los grafiti, las propagandas a favor de un candidato y hasta los avisos de “cuidado con el perro”.







Sin olvidar, naturalmente, el foro, los templos y los teatros, uno de ellos perfectamente conservado.





Pero la visita hay que completarla con el Museo Arqueológico de Nápoles a donde se trasladaron los frescos y mosaicos de las villas más importantes, las estatuas que decoraban estanques y jardines, y los objetos que se recuperaron. El Museo alberga otras colecciones (como las esculturas de la colección Farnesio), pero lo más destacable son los restos provenientes de Pompeya y Herculano. También resulta interesante una maqueta de las excavaciones de Pompeya, que permite hacerse una idea de la dimensión que  llegó a alcanzar la ciudad, y como curiosidad acceder a la colección de pinturas y estatuilla eróticas que se exponen en el llamado “Gabinete Secreto”. Así pues, ambas visitas son complementarias. Primero Pompeya y después el Museo.







A Herculano y el Vesubio fuimos otro día, también con la Circunvesubiana. El viaje es más corto, una media hora. En el exterior de la estación se compran los tikets para el autobús al Vesubio y la entrada al parque para subir hasta el cráter. El Vesubio es un volcán feo. Lo imponente es la estampa que ofrece a distancia dominando todo el golfo de Nápoles, pero sobre el terreno no resulta especialmente llamativo. Nada que ver con el Teide o el Timanfaya. Pienso que de no ser por la famosa erupción de tan trágicas consecuencias no habría ni la mitad de turistas. Te dejan una hora y media para subir hasta el cráter, tiempo suficiente para una persona normal aunque uno vaya parándose para admirar las espectaculares vistas de la bahía napolitana, las islas y las poblaciones. En el cráter algunas fumarolas alertan de que el gigante sólo está dormido, todavía puede despertarse cuando menos se espera.




Por la tarde fuimos a visitar Herculano, situada al borde del mar, otra joya arqueológica increíble pero mucho más abarcable que Pompeya porque sólo está excavada una pequeña parte. Aquí con dos horas se puede hacer la visita sin necesidad de guía porque te facilitan un folleto con las diferentes construcciones con un número que aparece también en las fachadas de cada una de ellas. En Herculano hay menos frescos pero las construcciones son mayores, algunas con dos pisos y mejor conservadas que en Pompeya.