Museo de Shanghai

Lo bueno de conocer ya lo más característico de la ciudad es que ahora podemos dedicarnos sin prisa a disfrutar de algunos de sus lugares. Hoy, por ejemplo, visitamos el Museo de Shanghai (no confundir con el Museo de Arte de Shanghai, que se encuentra también en la inmensa Plaza del Pueblo). El impresionante edificio que lo alberga data de 1996 y fue diseñado por un arquitecto shanghainés (Xing Tonghe), inspirándose en la forma de las antiguas vasijas chinas de bronce y en la geometría sagrada de Yuanqui, con una base cuadrada que representa la tierra y una superficie circular superpuesta que representa el cielo.



Las cuatro plantas del museo acogen diez galerías permanentes y tres salas de exposiciones temporales. Lo más destacado son las colecciones de bronces, cerámica, caligrafía, arte de las minorías étnicas chinas y mobiliario antiguo (también hay salas dedicadas a cuños, jades, monedas...) Sorprende la riqueza, el buen hacer y el virtuosismo de esta cultura milenaria capaz de elaborar magistrales piezas de bronce ya en el siglo XVII a. de c.







En una de las salas temporales se exhibía una exposición sobre el mundo del joyero ruso Fabergé.


Y al final de la nuestra visita pudimos asistir a la inauguración de otra interesante exposición temporal, dedicada a las piezas maestras de pintura y caligrafía antiguas chinas en las colecciones americanas.