Desde Shanghai

Aquí estamos de nuevo. Tiene razón Celia cuando dice que el otoño es la mejor estación para visitar esta ciudad. La temperatura es muy agradable y los plátanos que bordean las calles de la antigua concesión francesa ofrecen unos colores muy bonitos. Seguro que no hay otra ciudad en el mundo con tantos plátanos de sombra, lo que le da un aspecto entre colonial y mediterráneo a esta parte de la ciudad,  uno de los barrios más extensos,  en el que confluyen tanto el pasado reciente, con sus villas coloniales del primer tercio del pasado siglo o sus decadentes conjuntos residenciales -ahora un tanto desvencijados- como el presente y futuro de la megalópolis: torres y torres creciendo como champiñones y tiendas de lujo en muchas de sus zonas, como Nanjing, Huahai o Jingan Temple.





Como cualquier gran ciudad Shanghai hay que descubrirla pateando, así se van observando sus contrastes, su colorido, sus peculiaridades, su caracter mestizo entre oriente y occidente.